La segunda etapa nos adentraba en la Alpujarra almeriense y nos permitiría recorrerla completamente hasta finalizar el día en el primer pueblo de la Alpujarra granadina. Tras la etapa de transición del día anterior, ahora comenzaba el auténtico cicloturismo recorriendo todos los pueblos alpujarreños a nuestro paso. Para compensar la mala noche de calor y mosquitos, la mañana nos regaló un día nublado e incluso algunas gotas de lluvia que nos hicieron disfrutar las primeras pedaladas hasta el siguiente pueblo Ragol.
Seguimos subiendo y llegamos a Canjayar, el pueblo más importante de la zona y que nos hace disfrutar de su plaza, iglesia, historía así como de unos lavaderos públicos perfectamente conservados.
Salimos de Canajayar todavía con la mañana nublada con dirección a Padules, aprovechando una pequeña vía ciclista paralela a la carretera comarcal que discurre entre almendros y olivos.
Las nubes se han disipando poco a poco y entramos en Fondón. El paisaje va cambiando a cada kilómetro. En Fondón y Laujar nos rodean los viñedos, la vegetación es más frondosa y aprovechamos para hacer una parada de abastecimiento en Laujar.
Dejamos Laujar atrás y continuamos pedaleando con constante subida hacia Paterna del Rio donde nos encontramos con una de esas sorpresas del camino. Con el mercurio por encima de los 34ºC hemos llegado a un tramos de río arbolado que con un agua helada y cristalina nos alivia del calor sofocante.
Tras refrescarnos y coger fuerzas emprendemos de nuevo ruta hacia Bayarcal, último pueblo de Almería antes de entrar en Granada y el más alto de la provincia situado a 1255 metros. En Bayarcal aprovechamos para parar a comer en un solitario bar donde devoramos un buen plato alpujarreño.
Después de comer, dejamos que baje un poco el calor y hacemos el último tramo para llegar al final de etapa en Laroles. Hay que bajar una buena pendiente que nos hará subir después y pondrá a prueba a la pequeña Brompton una vez más superando como siempre todos los obstáculos.
Llegamos a Laroles y buscamos el alojamiento. Tras descargar y acomodarnos toca la colada de la ropa bien sudada del día y aprovechamos para buscar una farmacia, Jose Mari no quiere otra experiencia con los mosquitos y compra un repelente. A la vuelta vemos un supermercado y hacemos compra de víveres para cenar. La jornada ha sido fantástica, cicloturismo en estado puro. Hemos disfrutado de cada pueblo, de cada plaza, de sus gentes y por supuesto de sus fuentes de agua fresca que nos han ido dado la vida a cada llegada con el tremendo calor que hemos soportado durante todo el día. Mañana tocará la jornada reina con subida al Puerto La Ragua y llegada a Trevelez, el pueblo más alto de España.
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