La vieja Razesa había sido terminada y estaba funcionando como un reloj suizo pero sus viejas pegatinas que un primer momento decidí dejarlas para no perder su identidad no me terminaban de convencer. Me puse a investigar por la red para encontrar las mismas pegatinas pero no localizaba nada idéntico.
Al final y tras consultar la poca información existente sobre la marca Razesa, que aunque tiene página web no aporta nada acerca de su historia, me decidí por unas pegatinas en color amarillo con la misma tipología de letra, distribución y escudo en la pipa de la dirección pero sin las bandas con los colores de campeón del mundo en el tubo vertical.
Para que no quedara muy vacío el cuadro con las nuevas pegatinas y mas o menos tener datada la bicicleta a principios de 1980, busqué unas pegatinas sobre la posible tubería del cuadro. Durante finales de los años 70 y principios de los años 80 vi que las bicicletas Razesa y Zeus utilizaban la legendaria tubería Reynolds 531 y tras buscar encontré unas perfectas en Reciclone http://www.reciclone.com/shop/ .
Ahora tocaba el punto delicado de quitar las deteriodas pegatinas originales. Había leído que con un secador podría sacarlas pero estaban demasiado deteriodas por el paso del tiempo así que me decidí por usar un objeto con el canto afilado pero romo y aproveché un separador metálico del típico archivador A-Z.
La verdad es que hay que hacerlo con mucho cuidado y sin prisas para no arañar la pintura, y aunque resulta algo tedioso,
salieron perfectamente y sin ningún arañazo.
Después del pulimento tocaba pulir bien. Una vez adquirido el brillo oculto bajo las pegatinas, tocó limpiar con alcohol la zona
donde iban las nuevas pegatinas y secar con papel hasta quedar perfectamente
limpia la superficie.
Quedaba el paso final, colocar las nuevas pegatinas. Hay que hacerlo sin prisas, tomando las medidas correctas para no dudar donde van situadas en el momento de aplicarlas. Como son vinilos, llevan una superficie adhesiva y finalmente una superficie protectora. Yo las he ido pegado poco a poco y ayudando la operación con un trapo, evitando así cualquier pliegue en el resultado final.
La vieja Razesa luce ahora casi como el primer día y disfruta de su segunda juventud rodando por asfalto y volviendo a sacar la sonrisa al que pedalea sobre ella y despertando las miradas curiosas de otros ciclistas.
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