miércoles, 27 de enero de 2016

Reflexiones de un ciclista tranquilo

El año acabó y estuvo plagado de fantásticos momentos, momentos tranquilos para un ciclista tranquilo. Sigo fiel a mi idea de ciclismo, a mi filosofía de disfrutar dando pedales sin perder el norte. Cada año son más y mayores las sensaciones que me transmite este increíble deporte, una mezcla de libertad, naturaleza y algo de locura. 


Este año ha predominado el uso de la vieja Razesa sobre la pequeña Brompton, ha habido más horas de pedaleo, más amaneceres y mas jornadas de sofocante calor. Es innegable reconocer que el pedaleo sobre una bicicleta de carretera es realmente más adictivo que sobre cualquier otro tipo de bicicleta. La comunión con la vieja bicicleta con cuadro de acero ha sido increíblemente fuerte, llegando a faltarme horas en el día para seguir dando pedales. No obstante, mi pequeña Brompton ha tenido su momento especial durante el verano y protagonizó mi ansiada escapada cicloturista cumpliendo con matrícula de honor lo que sobre el papel se presuponía, que era una estupenda bicicleta de cicloturismo. Se desenvolvió con enorme soltura en terrenos francamente complicados con fuertes desniveles, como es la zona de las Alpujarras, y demostró todo su potencial en los finales de jornada pudiendo guardarla en cualquier rincón donde dormía, así como durante el regreso en transporte público.

Cuantitativamente 2015 ha sido mucho más prolífico en kilómetros, horas y desnivel acumulado que el 2014, aunque no en número de salidas,  y espero como reto para este ciclista tranquilo superar durante este 2016 esas cifras.



Aunque me he acercado al objetivo de hacer una media de 50 kilómetros diarios durante un día, no ha podido ser, quedando en los 46.59. He conseguido hacer una media de casi dos horas diarias con 1.93h y hacer 337.7 metros de ascensión diaria.


Por supuesto que me gustaría poder hacer pruebas tipo Brevets que tanto me gustan, alguna cicloturista importante o una buena ruta de varias semanas, pero la clave de la felicidad ciclista consiste en adptarse a las circunstancias y no desfallecer, readaptándose a cada momento para seguir dando pedales. Al final, podemos llegar a no sentir desaliento con pequeñas y humildes metas que de seguro satisfarán nuestro inevitable y necesario espíritu de superación.