Cuando circulas en bicicleta por tu ciudad con habitualidad te vas dando cuenta de una realidad que hasta ese momento no eras consciente y de la que los conductores ni tan siquiera imaginan. De esas circunstancias a las que se debe enfrentar cada día el ciclista urbano surgen una serie de preguntas que difícilmente encuentran respuesta.
¿Por qué todos los días los servicios de jardinería de los ayuntamientos se empeñan en regar las medianas y rotondas con vegetación de tal forma que caiga la mayor cantidad de agua posible fuera de donde tiene que caer?.
Resulta descorazonador ver cada mañana en la misma rotonda la enorme balsa de agua formada justo al lado al tener mal orientados los sistema de riego. Pero más descorazonador resulta que alguien deberá apagar ese sistema de riego, y a no ser que padezca algún tipo de minusvalía visual, debería ver lo mismo que vemos todos. En fin, que cada mañana debemos hacer maniobras para no empapar los bajos de nuestros pantalones o en el peor de los casos caernos.
¿Por qué los servicios de limpieza de los ayuntamientos hacen uso de los arcenes como si fueran las alfombras de las casas de las películas, arrumbando a esa zona de la calzada todos los cristales, piedras, y demás objetos molestos para los conductores?.
Puedes circular durante semanas por la misma vía, que seguirás viendo en el arcén la misma botella de cerveza rota, la misma lata de refresco o los mismos restos de ramajes de la última poda. El sistema de echar todos los desechos hacia los laterales de la calzada resulta muy higiénico visulamente, pero los ciclistas urbanos debemos librarlos para evitar esos incómodos e inoportunos pinchazos pre-trabajo.
¿Por qué a muchos ayuntamientos se les llena la boca defendiendo que son los que más kilómetros bici tienen de entre los pueblos y ciudades vecinos, cuando lo más correcto sería afirmar, que son el ayuntamiento que mas kilómetros de aceras pintadas de color rojo y arcenes de color tienen?.
Al final terminas pensando que realmente los políticos se llegan a creer lo que nos dicen, porque vender a los cuatro vientos un carril bici, cuando en realidad todos vemos que son tramos de aceras y arcenes pintados de rojo, no deja de ser, cuando menos sorprendente. En algunas ocasiones, ese mismo tramo de acera pintada en color rojo, se comparte hasta con los peatones por lo extremadamente estrecho. O ese tramo de arcén pintado de rojo, se comparte con vehículos que paran en doble fila o incluso estacionan.
¿Por qué muchos conductores que circulan por casco urbano con una limitación clara y sin discusión sobre su velocidad, nos tocan el claxón con contundencia por no poder rebasarnos en algunos tramos estrechos?.
Terminas por aceptar que te toquen el claxón varias veces al cabo de tu trayecto, cuando no debería ser así. Nosotros no hacemos ruido, no contaminamos, no provocamos embotellamientos y sin embargo debemos aguantar con estoicidad esos malos humos matutinos.
¿Por qué en determinados ayuntamiento que han comprado sistemas de limpieza por agua a presión se empecinan en hacer uso de ellos aún cuando no son necesarios porque ha llovido hace escasos minutos?
Mira que puede resultar incómodo e innecesario el hacer uso de los riegos a presión en determinadas calles. En algunas zonas y tras diversos acontecimiento es más que útil y necesario, pero en otros tramos de la vía y sin ninguna circunstancia que haya hecho necesario el limpiarla, no hace más que mojar la calzada y desplazar la suciedad hacia otro lado. En esas vías recien empapadas es donde pones a prueba el dibujo de tus neumáticos.
Hay muchas más preguntas sin respuesta del ciclista urbano, pero estas que he puesto aquí son las que últimamente me han asaltado. Con toda seguridad, haya otros ciclistsa urbanos con más y diferentes preguntas. Pero como no todo son sin sabores, durante esta semana he tenido esplendorosas mañanas de luz que no he podido resistirme en retratar.
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